Humildad y Paciencia

En la iglesia de San Agustín se encuentra la admirada talla, obra de Jacinto Pimentel en 1638, del Santísimo Cristo de la Humildad y Paciencia, una representación de Cristo sentado sobre una roca y esperando ser crucificado. El origen de esta iconografía parece proceder de la serie de xilografías de Durero, la Gran Pasión, a inicios del siglo XVI.

Una imagen menos conocida, pero con la misma advocación de la Humildad y Paciencia, se encuentra en el convento de San Francisco, teniendo además la particularidad de ser un Niño Jesús. Tras el Concilio de Trento tuvo mucha aceptación estas imágenes del Niño Jesús pasionario, en las que es representado adoptando momentos de su futura pasión (con la cruz a cuestas o crucificado) o rodeado de atributos de la pasión  (pinchándose un dedo con una corona de espinas o durmiendo sobre una calavera)

Actualmente no se encuentra en la iglesia, porque su ubicación original -donde tomé esta fotografía hace ocho años ya- es una pequeña hornacina sobre la mesa de altar del retablo de San Francisco, que no parecía contar con la seguridad que estos tiempos necesitan, corriendo peligro de desaparecer en cualquier descuido. Por esa razón se encuentra en dependencias interiores del convento, que lo protegen ante su frágil y tierna apariencia.

Tuvo que tener cierta devoción ya que incluso cuenta con alguna estampa que se repartiría a mediados del siglo XX. En esa estampa, que imagino plasmaría tal y como estaría en aquellos momentos, aparece, además de las potencias, con corona de espinas, una caña en la mano y cordón al cuello, alterando y adelantando -como en algunos casos ha sucedido con esta iconografía- el momento que representa, justo antes de la crucifixión, con el de la coronación de espinas.

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Bibliografía

Carmona Muela, Juan. Iconografía cristiana. Akal

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