Imaginería de San José (IV)


Hospital de Mujeres 

Otro gran legado del obispo Lorenzo Armengual de la Mota para la ciudad de Cádiz. Un establecimiento de beneficencia, joya del barroco gaditano por varios motivos; la fachada, la escalera imperial, la capilla. En esta última podemos encontrar además un Greco, perteneciente a la colección particular del obispo.

La capilla es de planta de salón dividida en tres naves. En el primer retablo de la nave del evangelio se encuentra un Nacimiento, grupo escultórico de mediados del siglo XVIII y de escuela genovesa, donde se encuentra este San José que luce resplandeciente después de la profunda restauración que ha tenido toda la capilla.

Iglesia de Santiago

El San José de la iglesia de Santiago se encuentra ubicado en una hornacina del grandioso retablo mayor, obra de Alejandro Saavedra (siglo XVII). Concretamente se sitúa en la hornacina del primer cuerpo a la izquierda. Es una obra del siglo XVII y atribuible a José de Arce. Junto con las demás imágenes del retablo, forman un programa iconográfico sobre la familia de María.

Este templo, que en su origen fue una ermita dedicada a Santiago y de la cual tomó nombre uno de los primeros arrabales de la ciudad, fue reedificada a partir de 1635 convirtiéndose en la soberbia iglesia que podemos contemplar hoy. 

Catedral

Este San José, que se encuentra en un lateral de la capilla de San Juan Bautista de la Salle, cuenta con una característica sorprendente; es una obra dieciochesca de escuela sevillana, estofada y policromada, pero está repintada para imitar mármol.

Como la Catedral de Cádiz se empezó a levantar en 1722 -época de pleno esplendor comercial- y su construcción fue sufriendo los diversos avatares históricos y económicos, al final, de todos los retablos proyectados en mármol sólo se llegó a materializar uno. Ya en el siglo XIX, había que terminar la obra como fuera y también dotarla del lógico contenido religioso y artístico. Para ello se dispuso de obras de variada procedencia y otras encargadas expresamente.

Lo penoso es que algunas obras barrocas -no sólo este San José- sufrieran este repinte en blanco con unas miras supuestamente estéticas de igualar o intentar mostrar un entorno en el que debería haber predominado el mármol, tanto en arquitectura como en escultura, cuando las circunstancias económicas no lo permitieron. En la foto se aprecia cómo está latente el estofado, que parece querer salir de nuevo para mostrarse en todo su esplendor. 

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