Epitafio de gladiador

La pieza del mes de enero en el Museo de Cádiz, ha sido la lápida epigrafiada del gladiador Germano, comentada por mi buen amigo Eduardo del Pino, profesor titular de Filología Latina de la Universidad de Cádiz.

En la conferencia, perfectamente estructurada, nos habló sobre su hallazgo, traducción y datación, y la importancia del mundo de los gladiadores en todo el imperio romano y evidentemente también en la Gades romana.

La lápida, datada en el siglo I d.C., fue hallada en 1932 por Pelayo Quintero Atauri, en las excavaciones que se practicaban en la zona de extramuros, cerca de la Fábrica Nacional de Torpedos, lugar por donde se extiende la antigua necrópolis gaditana. Se hallaron cuatro epitafios más en el yacimiento que descubrió un hipogeo fenicio sobre el cual se levantó un columbario romano.

La inscripción esta grabada sobre una placa de mármol blanco, de la que se conserva solo dos fragmentos de la parte superior. La completaban otros cuatro trozos que se han perdido, pero se conserva una fotografía de la pieza completa hecha en 1960.

La transcripción es la siguiente:

GERMANVS

SAMNIS IVL(ianus) XIIII

(nati)ONE GRAECA

ANNO(rum) XXX H(ic) S(itus) E(st)

Traducción:

Aquí yace

el Samnita Germano

de la escuela Juliana

que venció 14 veces

griego de nacimiento

muerto a los 30 años.

Esas breves líneas esconden una gran cantidad de datos que, conociéndolos, hacen que podamos comprender y apreciar este epitafio en toda su amplitud. Y esa fue la labor de Eduardo que, cumpliendo a la perfección con ese cometido, nos dio detalladas y amenas explicaciones que muy resumidamente expongo a continuación.

Samnita es un tipo de gladiador que tenía unas características propias en su atuendo de lucha; casco con visera, espada, escudo grande y protección en la pierna izquierda.

Juliano, por pertenecer a la escuela llamada Iuliana de gladiadores, que Julio César fundó en Capua, donde se preparaban a los luchadores que irían a combatir por los distintos anfiteatros.

Germano, no era su origen ni su verdadero nombre. Posiblemente se le pusiera como atractivo por las características luchadoras de esos pueblos que en el año 9 d.C. inflingieron una severa derrota a las legiones romanas de Publio Quintilio Varo en Germania.

En la Hispania romana la mayor concentración de espacios públicos donde se producirían combates de gladiadores se daba en la Bética. Dentro de las ciudades de primera categoría para estos espectáculos se encontraba Cádiz, con su anfiteatro, localizado según los dibujos de Wyngaerde en el siglo XVI y otros autores, en la zona comprendida entre las Puertas de Tierra y el barrio de Santa María. En aquella época todavía quedaban restos plasmados en el desnivel del terreno que fue utilizado como huerta, siendo conocida por la Huerta del Hoyo.

A pesar de las excavaciones arqueológicas que se han ido practicando por las zonas adyacentes, no se han localizado todavía sus restos. De todas formas habría sido casi totalmente desmontado para la utilización de sus piedras en otras construcciones durante la Edad Media.

Lo que sí parece evidente es que la nueva ciudad romana de Gades, edificada por Balbo, que contaba con un gran teatro –actualmente en excavación y uno de los más grandes del imperio- contaría también con un anfiteatro de similar categoría en el que se ofrecerían luchas de gladiadores y que nuestro personaje, Germano, lucharía en él. A su muerte se le grabó este epitafio.

Es imposible reflejar en este espacio la cantidad de interesantísimos datos que Eduardo fue desvelando; los distintos tipos de gladiadores que existían, el negocio tan fabuloso que generaban, las ganancias que llegaban a obtener tras los combates, las distintas escuelas...Pero no quiero dejar en el tintero algo que nos gustó especialmente por el trasfondo tan humano que encierra. Ya en el transcurso de su charla, Eduardo nos comentó que no era incompatible ser gladiador con la familia, de hecho casi la mitad de los epitafios estaban costeados por la mujer del gladiador o familiares. Un detalle conmovedor de esta lápida es que, posteriormente, algún allegado o familiar, grabó con un punzón las letras de la tercera línea -que son mucho más pequeñas que el resto y su grabado menos profundo-, que indican su verdadera nacionalidad, con la intención de que se conociera y no se perdiera el verdadero origen de este luchador; de nación griega. Y lo consiguió.

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